Pero un día me llené de valor
y tuve esperanza,
me planté frente a mis miedos y les declaré venganza.
Vino por mi un vez más, pero esa vez me quedé
y le demostré que era más grande,
que no perdería la fé.
En ese instante comprendí que nada ya sería imposible,
entonces todo terminó, y ahora me siento indestructible.
Fue como un antes y un después,
no sé bien como ocurrió,
pero algo en mi cambió, me hizo volver a nacer.
Todo se desvaneció y a partir de entonces comencé a crecer.
miércoles, 14 de diciembre de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
El corazón no muere cuando deja de latir; el corazón muere cuando los latidos no tienen sentido...
No hay comentarios:
Publicar un comentario