Obstinarse con el sueño,
vuelve al sueño un tanto hostil.
Hay mejillas de amapola
coloreando a un alma rota.
Voces, vivas, de algodones,
que curan los corazones.
Yo me escapo del sufrir,
si me quedo en sus vertientes.
Y sé rechinar los dientes
también para sonreír.
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