miércoles, 11 de septiembre de 2013

La culpa es de uno

Quizá fue una hecatombe de esperanzas,
un derrumbe de algún modo previsto,
ah, pero mi tristeza solo tuvo un sentido.
Todas mis intuiciones se asomaron
para verme sufrir,
y por cierto me vieron.

Hasta aquí había hecho y rehecho
mis trayectos contigo,
hasta aquí había apostado
a inventar la verdad,
pero vos encontraste la manera
una manera tierna
y a la vez implacable
de desahuciar mi amor.


Con un solo pronostico lo quitaste de los suburbios de tu vida posible,
lo envolviste en nostalgias,
lo cargaste por cuadras y cuadras
y despacito,
sin que el aire nocturno lo advirtiera,
ahi nomas lo dejaste,
a solas con su suerte
que no es mucha.


Creo que tenes razón,

la culpa es de uno cuando no enamora
y no de los pretextos 
ni del tiempo.


Hace mucho muchísimo
que yo no me enfrentaba
como anoche al espejo
y fue implacable como vos,
mas no fue tierno.

Ahora estoy solo,
francamente 
solo.
Siempre cuesta un poquito
empezar a sentirse desgraciado.

Antes de regresar
a mis lobregos cuarteles de invierno
con los ojos bien secos
por si acaso,
miro como te vas adentrando en la niebla
y empiezo a recordarte.



Como siempre, cada vez que leo un poema de Benedetti lo siento tan mío, increíblemente. Entregarse a una persona, confiar, contarle cosas que no le confías a cualquiera, apostar, arriesgar, enamorarse, quererla, pero aún así, la otra persona no siente lo mismo, no apuesta, no arriesga, no confía, no se enamora, no quiere como uno. Y ante esto es mejor dejarla ir aunque duela, aunque te lastime, aunque la recuerdes y extrañes. Aprender a soltar...

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You never gonna be alone.
El corazón no muere cuando deja de latir; el corazón muere cuando los latidos no tienen sentido...